Desde falta de habilitación hasta el supuesto antiviral contra el coronavirus son las causas por las que el profesional matriculado terminó tras las rejas. Juan Roccabruna comenzó a trabajar el 7 de enero y contó que “el 80% de las recetas que hacía el doctor era para comprar en su dietética”. Y agregó que el valor variaba según el poder adquisitivo del paciente. “Hay una lista de precios, pero hay descuentos, o a los que se sabe que tienen más dinero se les cobra más. Cada cliente tiene un precio distinto”.
En el consultorio del doctor Rubén Mühlberger, pegaron un cartel para promocionar el antiviral para el COVID-19. Ante esto, el recepcionista dijo: “Nosotros promocionamos una atención de prevención del coronavirus. Recetábamos un antiviral”, indicó, y detalló que el valor del frasco era de $4.500. “Tenía 60 pastillas y era de dos tomas diarias. Es decir, duraba un mes”.
Además, contó que hasta el jueves pasado lo seguían vendiendo y que el médico había agregado un “nuevo suplemento que se llama Solución Mineral. Sale $6.000, es medio litro y nadie sabe lo que tiene adentro porque no tiene ninguna etiqueta. Lo da con el antiviral”.
Otra cosa que recalcó Roccabruna, es que “en el consultorio nadie puede preguntar nada” y que hay pacientes que no están en la lista con sus nombres para preservar su identidad. Como ejemplo, confesó que Lilita Carrió era una de ellas y que figuraba como “Paciente 4”.
Por último, confesó otra ilegalidad que se practicaba en la clínica: el “té rojo” que les daban a sus pacientes cuando se ponían “inquietos”. “Había que llevarles un té con gotas de clonazepam”, reveló, y aseguró que los clientes no sabían que en la infusión les daban un fármaco.
La entrada <span class='p-name'>Las confesiones del recepcionista del doctor Rubén Mühlberger</span> se publicó primero en La Crítica.
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