Según los historiadores, los siglos y décadas no comienzan cronológicamente sino con hechos que marcan aguas divisorias entre el antes y el después. Así, el siglo XX terminó el 9 de noviembre de 1989, cuando cayó el Muro de Berlín; o la década de los 90 argentina arrancó el 9 de julio de 1989, cuando Carlos Menem asumió la Presidencia. De la misma forma, el Siglo XX de conquistas políticas y civiles se abrió paso en nuestro país el 26 de julio de 1890, cuando un grupo de jóvenes “radicales” (un adjetivo al cual su partido no siempre haría honor) encabezó la llamada Revolución del parque.
Aquello fue un alzamiento contra un modelo económico que se creyó eterno pero empezaba a mostrar su finitud -el famoso e idealizado modelo agroexportador-, y que tenía como su otro lado imprescindible a un modelo político de fraude y acuerdismo. Como lo explica Natalia Botana en “El Orden Conservador”: derechos civiles para todos pero derechos políticos para pocos.
En 1889, cuando los errores económicos mostraban que el modelo no sería exitoso por siempre, estalló una crisis que también fue política y social. “En horas se deshacían fortunas y riquezas, el país sin crédito exterior llegó al extremo de la emisión clandestina de papel moneda, denunciada valientemente por el senador opositor Aristóbulo del Valle. La debacle económica desnudaba la profunda crisis político-institucional y moral”, explica Barovero, presidente del Instituto Nacional Yrigoyeneano, en el material que está completo al final de esta nota.
Esa Revolución del Parque fue protagonizada por antiguos federales como Bernardo de Irigoyen y liberales como Bartolomé Mitre; católicos como José Manuel de Estrada y Pedro Goyena; antiguos autonomistas como Leandro Alem y Aristóbulo del Valle; y los futuros líderes de los primeros partidos políticos modernos del siglo XX, todavía jóvenes: Hipólito Yrigoyen, Lisandro de la Torre y Juan B. Justo.
Revolución y después
La revuelta estalló violentamente el 26 de julio de 1890, con manifestantes que llevaban una bandera tricolor -verde, blanca, rosa- y boinas blancas adornando sus cabezas . “El epicentro era el Parque de Artillería (actual solar del Palacio de los Tribunales) y sus alrededores. Se levantaron trincheras, se armaron cantones, se libraron sangrientos combates entre tropas sublevadas y las fuerzas que respondían a las autoridades. El general Manuel J. Campos era el comandante militar”, explica Barovero.
La trayectoria posterior de ese movimiento inicial es relativamente conocida por los argentinos. La revolución fracasó en términos militares pero triunfó en el ideario de un país democrático e igualitario. Como las elites que manejan el país tienen una gran gimnasia en trabar el acceso al poder a las fuerzas mayoritarias, hubo que esperar 26 años para que el presidente de la Nación surgiera del mayor partido político popular de masas de aquel momento: Hipólito Yrigoyen en 1916.
Antes de ello fue el “fraude patriótico”, los poderosos de siempre calificando a los radicales de chusma, y finalmente la Ley Sáenz Peña de voto secreto, universal y obligatorio, en 1912. Cuando el sistema electoral garantizó esa transparencia, los triunfos electorales fueron para la Unión Cívica Radical (UCR): Yrigoyen en 1916, Marcelo Torcuato de Alvear en 1922 (no había reelección) y nuevamente “El Peludo” en 1928.
Después vinieron el primer golpe de Estado, en 1930, los gobierno pseudo-democráticos, el surgimiento del peronismo, y nuevamente, desde 1955 hasta 1973, los golpes militares y los presidentes que sólo podían acceder al cargo porque Juan Domingo Perón estaba proscripto. En definitiva, entre 1890 y 1973, nada menos que 83 años de nuestra vida como país, las elites que no accedían al poder por los votos, se las ingeniaron, sobre todo con el apoyo de la prensa simbiótica con esos intereses, para impedir que el partido y figura más populares gobernaran la república. Con las excepciones de los 14 años del primer radicalismo, y del decenio de Perón.
La historia fue diferente a partir de 1983. Todos los presidentes constitucionales surgieron de mayorías legitimadas con el voto, algunas perdurables y otras no (pero eso ya es otra historia). Pero, en definitiva, el primer paso para ello fue la “Revolución del Parque” de esos jóvenes idealistas.
En la rica historia del radicalismo, además de los fundadores y primeros presidentes; luego vendrían primeros mandatarios de notable calidad y desarrollo económico e institucional, como Arturo Humberto Illia y Arturo Frondizi, aunque con la sombra de la proscripción peronista. También una figura central como Raúl Ricardo Alfonsín, con el díficil logro (ahora parece fácil, entonces era muy complicado) de la consolidación democrática, algo opacada por los problemas económicos. La presidencia de Fernando de la Rúa, quien se preparó toda la vida para llegar al cargo, y cuando lo hizo no supo conducir los destinos de la Nación. Más acá, los esbirros de Cambiemos y los que se resisten a hacer de la UCR una versión civilizada de la derecha, recordando la gloriosa historia que comenzó en la Revolución del Parque.
Fuente Noticias Argentina
La entrada Se cumplen 130 años de la “Revolución del Parque”, origen de la Unión Cívica Radical se publicó primero en La Crítica.
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