miércoles, 29 de abril de 2020

Alberto y sus cuarentenos presentan su último éxito: Rumbo al abismo épico

“Nos vamo’ pa’ la abismo, con mucha sabrosura, nos vamo’ pa’ la abismo, con ritmo y con premura”
No se pierdan los exitazos de esta banda que incluyen, “China queda lejos, el virus no va a llegar bailando”, “Te controlo el COVID con una maraca y un declaración jurada”, “Vamono’ pa’ afuera de la cárcel rumbeando” y “Te fundí la Pyme con sabor”.

Tal vez reírnos sea el único remedio decía el fallecido maestro Marcos Mundstock. Se murió hace una semana y nos dejó medicina para rato. Lo que parece no tener cura es la situación económica del país, que empujó al gobierno a reforzar su discurso épico y sus explicaciones de maestro de Siruela (sí, se escribe con S). Pero, además, el ciberpatrullaje parece estar rindiendo sus frutos a 30 días de iniciada la cuarentena, el humor social ya no es el mismo, las carencias se notaron, la falta de respeto a los médicos locales le quitó muchos puntos al gobierno que tomó la guitarra y entonó nuevos versos. Esta canción habla de libertad y flexibilización, de apertura de algunos comercios y de un ablandamiento importante de la cuarentena.

La última conferencia del país, no fue como las otras, la libertad de preguntar se limitó al máximo y, sin que nadie lo note, no hubo comparación con otros países de la región, la razón es muy simple, con la economía y el país parados, somos la tercer nación con mayor cantidad de muertos, además somos la que más incrementó su riesgo país y la que devaluó su moneda a la mitad, al menos en el cambio real, sabemos que el cambio oficial no existe.

¿Toda la culpa es de Alberto? No. Pero gran parte de la responsabilidad viene de sus partenaries políticos, él le puso el ritmo, pero ellos le pusieron la letra.

Alberto nos mantuvo encerrados por varios motivos, no quedaba otra, le convenía para ponerse, por primera vez, el saco de líder, porque la hecatombe económica se veía venir antes de la pandemia y porque los argentinos somos un problema para nosotros mismos.

Durante 12 años de kirchnerismo jugamos al clasismo diciendo que todo era culpa de los ricos. ¿Por qué no les pusimos un freno a los culpables de TODOS NUESTROS PROBLEMAS? Por lo que todos sabemos, los ricos no son el peor de los problema y nadie les pone límites porque son amigos del poder kirchnerista, viven en los mismo countrys que los políticos kirchneristas, comparten edificio en Puerto Madero, van a los mismos lugares de vacaciones, compran ropa en las mismas tiendas y a nadie le gusta tener problemas con sus vecinos. Ergo, a los ricos les impones una cuarentena y hacen lo que quieren porque sus amigos van a protegerlos.

Por otro lado jamás nos ocupamos de otro problema, los barrios marginales son el caldo de cultivo de la desobediencia civil, ¿por qué no le pusimos freno entonces a quienes se niegan a cumplir las normas? Por lo que todos sabemos, para el progresismo (que se parece mucho al fascismo) kirchnerista, poner un límite en las villas se llama represión y se llora en todos los canales de TV. No obstante todos sabemos la verdad, no se les pone límite porque son la gran masa de votantes kirchnerista y porque nadie, absolutamente nadie, sabe cómo controlar a quienes viven en ese submundo llamado villa miseria o dicho en progreidioma o estigmatizante “barrio popular”. Ergo, en los barrios marginales jamás se cumplió la cuarentena.

Todo ésta cantaleta que jamás quisimos afinar en años, hoy nos reventó los tímpanos, los ricos no hacen cuarentena, los pobres tampoco, la clase media se cansó y está al borde de explotar. Decenas de comerciantes llamaron a la rebelión fiscal y esta es sólo la protesta en redes, si esta idea se multiplica ¿de dónde saldrá el dinero para las ayudas sociales? Ese que el gobierno tanto necesita para alimentar el mercado interno. Como si fuera poco el barril de petróleo cuesta menos que una Coca Cola de tres litros, con lo que Vaca Muerta vale menos que el terreno donde se asienta, la mentira de nuestro dólar oficial hace que la cosecha no nos deje el margen que solía dejarnos, menos ahora con los precios por el suelo y China prácticamente cerrada al comercio internacional.

A este oscuro panorama se le sumaron dos decisiones estratégicas que dan terror, la primera es la de retirase de las negociaciones vía Mercosur para abrir nuevos mercados en Asia y Norteamérica, que no sólo significa cerrarnos a esos compradores que tanto necesitamos para reactivar la economía y a esos vendedores que tanto necesitamos para mantener a raya a los abusos de la producción local, sino que además le estamos escupiendo en la cara a nuestro principal socio comercial que es Brasil, a esa pésima decisión le sumamos el tuit de Felipe Sola, el canciller del país: “Los que piden tratados de libre comercio del Mercosur con otros países no pueden destacar un solo beneficio para el trabajo argentino. Su posición es ideológica: el libre comercio siempre será mejor por definición”, los tratados de libre comercio con Brasil lo convirtieron en el mayor comprador de nuestros productos, pero si tenemos que explicárselo a nuestro canciller estamos perdidos.

La otra pésima decisión fue dejarnos al borde del default, lo que significa que nadie comprará nuestros bonos, nadie nos prestará dinero, no habrá más dólares que respalden la emisión monetaria descontrolada que empezó hace dos meses. Tengo 41 años y estoy a punto de vivir mi tercer default y mi segunda hiperinflación, mientras Alberto nos sigue guitarreando en un país donde lo aplauden los sordos y lo putean los que se quedaron sin voz de tanto reclamar.

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