sábado, 4 de diciembre de 2021

El fantasma de diciembre

Una de las características de nuestro siglo es, sin duda, el desplazamiento del tiempo en relación al espacio. En la antigüedad, el sonido del campanario era el sello distintivo de toda la vida social. Los momentos de intercambio, de oración o, menos frecuentemente, de carnaval, se dictaban desde allí. En nuestro tiempo, ya no estamos unidos en un solo punto: nuestra forma de vida rara vez es comunitaria. El caso es que, a pesar de estar más conectados, estamos más distantes: articular estas distancias para pensar en la acción social colectiva es cada vez más complicado. El celular no es más que un idiota lejos del campanario. La concurrencia es otra. Los enlaces son diferentes.

Sin embargo, entre el pueblo y la jaula de hierro, entre el campanario y el timbre, en nuestras latitudes pobres, típicamente diciembre, hay un sonido que llama a la sociedad argentina y la desafía en su conjunto. El fantasma de diciembre acecha a todo el país. Es uno de esos destellos de tiempo y espacio que evoca el caos que también es la posibilidad de reinvención. Cada diciembre en Argentina es similar a lo que dice Alejandro Dolina sobre los domingos, que son una promesa de felicidad rota.

Los fantasmas aparecen cuando algo está mal enterrado. Los fantasmas tienen una tarea inconclusa, referida al mundo de los vivos: su ser es advertirnos que no habrá paz hasta que la realidad cambie.

El problema no es el fantasma de diciembre: es que el verdadero enero no llega.



source https://lacritica.com.ar/2021/12/05/el-fantasma-de-diciembre/

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